sábado, 8 de octubre de 2016

El desprecio de nuestros gobernantes

El jueves 3 de diciembre envié sendos correos electrónicos al gobernador Miguel Márquez Márquez y al presidente municipal de León, Héctor López Santillana. Los mensajes eran muy escuetos y en ellos solicitaba audiencia con los funcionarios, sin especificar la inquietud que me movía a hacerlo. Los asistentes de ambos se pusieron inmediatamente en contacto conmigo al día siguiente inquiriendo sobre el tema a tratar en la reunión que se pedía: el del gobernador vía telefónica y la del presidente por correo.

Tras exponerles por los mismos medios que era mi deseo manifestarles de viva voz la angustia, molestia y problemas a futuro que representa en buena parte del área del Campestre la construcción de lo que yo llamo el “Destruidor” Vial Benito Juárez, el primero me dijo que el siguiente lunes, o martes a más tardar, se estaría nuevamente comunicando conmigo, pero no lo hizo. La segunda, ya nunca me respondió. Esta falta de sensibilidad no creo que le alcance a Márquez para aspirar a la Presidencia de la República (ya vimos cómo patea la piedra hacía adelante para que otros se encarguen en el futuro de terminar como se debe el Eje Metropolitano, después de ¡ocho años! de que se inició el proyecto). Y López Santillana, ya estará solicitando nuestro voto para reelegirse dentro de tres años, cuando muy seguramente estemos todavía batallando con el Distribuidor Vial.

Y es aquí donde quiero enfatizar la necesaria participación de todos nosotros para evitar, en la medida de lo posible, la burla y el desprecio de nuestros gobernantes. No es aceptable que, con la mano en la cintura, se informe que esta obra en particular se encuentra suspendida porque se le canceló el contrato al constructor por incumplimiento y que ya en enero se estará lanzando una nueva convocatoria para contratar a otro. Ignoro dónde vivan el señor gobernador y el munícipe de León, pero dudo que radiquen por la zona, pues de otra manera ya estarían tomando cartas en el asunto de forma mucho más drástica. ¡Qué pena!

Pero, además, tenemos los problemas que actualmente padecemos y que se extienden ya por más de un año, año en el que sólo se ha dado por concluido el horrendo embudo volado que se inicia, para quienes vienen del oriente, en el Libramiento Morelos, y termina justo enfrente del casino Big Bola en el Boulevard Clouthier, formándose un cuello de botella con quienes, viniendo de La Patiña, Gran Jardín, Balcones del Campestre y alrededores, nos incorporamos a dicho boulevard. Sé de unos amigos que viven en Jardines del Campestre, a un ladito del casino, y que ya están pensando seriamente en mudarse de ahí ante el peligro que les representa acceder a su fraccionamiento inmediatamente después del embudo teniendo que dejar pasar la avalancha de autos procedentes de La Patiña.

Otra bronca es la nula señalización e iluminación al inicio del mencionado embudo, que confunde y pone en riesgo a quienes por él continúan y a quienes deciden tomar rumbo a La Patiña, Balcones, Gran Jardín y anexas, además de que no se adivina cómo vaya finalmente a quedar este peligroso entronque en un lejanísimo futuro. Todo por ahí es destrucción y abandono. De aquí lo de “Destruidor” Vial.

Y qué decir de quien, circulando de sur a norte por el Boulevard Clouthier, tiene por meta el camino a la multicitada Patiña. Tendrá que lidiar, en primer lugar,  con un congestionamiento vial que se extiende en horas pico a lo largo de todo el boulevard hasta el corporativo de Banco del Bajío y la gasolinería aledaña, para después necesariamente conducir hasta donde termina el Boulevard López Mateos, dar vuelta en “U” e incorporarse al espantoso entronque del que ya platiqué. Me imagino que todo esto lo resolverán a su tiempo con otro paso elevado, espero que no tan horrendo como el embudo que desemboca en el Big Bola.

Repito, todo esto es lo que les quería expresar de viva voz tanto a Márquez como a López Santillana, pero no se dejaron. Espero que por este medio se vuelvan un poco más sensibles.

Cuando me pongo a pensar que todo esto lo inició Bárbara Botello, la sangre me hierve, y no precisamente de pasión. Y al verla ahora tan sonriente, despreocupada y presidiendo, al lado de Jesús Zambrano, la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, como Vicepresidenta que es, me lleno de indignación.

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