sábado, 15 de febrero de 2014

Dostoievski bien vale una vida

“Dostoievski era vanidoso, envidioso, suspicaz, rastrero, egoísta, jactancioso, informal, desconsiderado, mezquino e intolerante”, dice el novelista y dramaturgo inglés William Somerset Maugham en un escrito -más bien libelo- utilizado por la Editorial Porrúa como introducción a la novela Los demonios, del celebérrimo autor ruso (colección Sepan cuántos, 2009). Agrega que el conjunto de personajes de sus obras “es una pandilla terrible”, para finalmente conceder “pero son extraordinariamente interesantes. En ellos palpita la vida.”

Existe, sin embargo, una biografía de Dostoievski de más de tres mil páginas en cinco volúmenes, publicada entre 1976 y 2002, y escrita por el eminente académico norteamericano Joseph Frank (1918-2012), en donde se describe de manera más objetiva la vida de Fiódor Mijaílovich, aunque quizá pecando un tanto del vicio opuesto al de Somerset Maugham, como la de magnánimamente restar importancia a la proverbial afición  de Dostoievski por el juego, por ejemplo, o siendo tolerante con algunos de los defectos que aquél señala y que sin duda padecía en alguna medida.

Lo destacable son los muchos años que Frank dedicó a su biografía, pues prácticamente la empezó a concebir desde 1970, pero ya antes, en 1950, tuvo un primer contacto serio con la obra de Dostoievski preparando una conferencia sobre el existencialismo en la literatura moderna, para lo cual estudió el relato corto de éste Memorias del subsuelo, lo que lo llevó a interesarse por la vida intelectual rusa del siglo XIX e incluso a aprender el idioma.

Afortunadamente, la obra de Frank fue traducida al español y publicada por el Fondo de Cultura Económica entre 1984 y 2010. Existe una edición completa (2010) de los cinco volúmenes.

De las cuatro monumentales novelas de Dostoievski -Crimen y castigo, El idiota, Los demonios, Los hermanos Karamázov- la única asignatura pendiente de mi parte era Los demonios, y qué bueno que así haya sido, pues de esta manera pude disfrutarla a la luz del erudito estudio de Frank, lo que incrementó la intensidad y el gusto, sin perder frescura. Muchas veces leemos un libro ignorando todo lo que hay detrás de él y aun así lo disfrutamos, pero la real diferencia radica en el conocimiento de los intríngulis que llevaron a su elaboración… y hasta a su mutilación, como en este caso, producto de la censura y, peor aún, la autocensura que se estilaban ya desde aquellos tiempos en Rusia. Mutilación provocada por un escabroso capítulo originalmente incluido por Dostoievski y que los editores le obligaron a suprimir, perdiendo la obra mucho de su sentido y obligando al autor a rescribir parte de la novela. El capítulo suprimido se conoció públicamente hasta 1922, medio siglo después de la aparición de la novela.

También por Frank supe del incipiente radicalismo de juventud de Dostoievski, que lo llevó a asociarse con un secreto grupo de iguales capaz de llegar incluso al derramamiento de sangre con tal de liberarse de la opresión autoritaria, y que lo condujo a una reclusión de trabajos forzados en Siberia y a servir obligadamente en el ejército, lo que en total significó una interrupción de diez años en una carrera artística que prometía mucho. Pero estos diez años no fueron en vano, pues provocaron la moderación de Fiódor, principalmente por el inhumano simulacro de ejecución a que fue sometido recién iniciado su destierro.  Pero también porque se dio cuenta, en el presidio, que la lucha de clases era inevitable, a lo que vino a sumarse, después, la liberación de los siervos en 1861, la implantación de otras reformas y la moderación de muchos radicales.

Todo esto ocasionó que Dostoievski escribiera Los demonios, novela encarnizadamente antirradical, extremadamente satírica y que le provocó la enemistad de los radicales extremos que aún quedaban.

En el transcurso de estas lecturas  –la de la biografía y la de Los demonios- se requirieron otras dos: Padres e hijos, de Turgueniev, y Memorias del Subsuelo, del propio Dostoievski, variaciones sobre el mismo tema del radicalismo. Lo que me interesa resaltar sobre este hecho es la providencial ayuda de los libros electrónicos, pues ambas obras las conseguí instantáneamente mediante mi tablet en el momento mismo en que las requerí.

Por más que Frank recalque en el volumen I de su magna obra que ésta, más que una biografía de Dostoievski, es una descripción de sus trabajos y de la época en que le tocó elaborarlos, ya desde el prólogo al volumen II se desdice, y en realidad su escrito entra en los más recónditos detalles de la vida Fiódor y los suyos, además, claro, de su obra y la época que le tocó vivir. No en balde ha sido distinguida como una de las mejores biografías de todos los tiempos.

Ahora que leo el quinto y último volumen de la obra de Frank, el que describe, entre muchos otros tópicos, la génesis de Los hermanos Karamázov, ansío llegar a su final para dedicarme a la relectura de ésta, la postrera y sin duda más sublime novela de Dostoievski.

Si Joseph Frank dedicó prácticamente toda su vida al análisis y estudio de Fiódor Mijaílovich Dostoievski, bien puedo dedicar yo un par de años a leer y releer sus obras, vale la pena.

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