jueves, 13 de diciembre de 2007

Paseo de la Reforma, de Elena Poniatowska

Acabo de leer una novela no reciente de la periodista y narradora Elena Poniatowska: Paseo de la Reforma, a la que se le conoce más en el género de la crónica y la entrevista.

La acción de Paseo de la Reforma tiene lugar en la ciudad de México a mediados del siglo pasado (entre los años 40's y 60's). El "héroe" de la historia, Ashby Egbert, miembro destacado de la alta burguesía mexicana de la época, tiene su primer contacto con la plebe después de haber sufrido daños por electrocución, siendo muy joven todavía, y yendo a parar a una sala comunitaria del Hospital Obrero, ante la imposibilidad de la servidumbre de llevarlo a otro lado por la ausencia de los padres. Ahí tiene Egbert su primera probada de pueblo hasta que la familia llega a su "rescate" para trasladarlo al Hospital Inglés diez días después. Ashby se reinventa ante los ojos de los miserables en el Hospital Obrero para evitar que lo rechacen y para, a su vez, aceptarlos.

Tras su convalecencia en el Inglés, Ashby abandona el hospital para dedicarse a una vida típicamente burguesa y marcada por sus inclinaciones literarias. Es así como Ashby casa con Nora Escandón, joven de la alta sociedad, muy rica, y pasa buena parte de su vida futura reuniéndose todos los sábados en tertulias interminables con la crema y nata de la intelectualidad de entonces. Ahí se dejan cautivar todos, Egbert en particular, por la extraña belleza y fuerte personalidad de Amaya Chacel. Ashby se deja literalmente mangonear por esta mujer contradictoria, defensora apasionada de las minorías desvalidas y no menos apasionada amante de los placeres mundanos. Ella le hace sentir a Ashby lo inútil de su vida hasta entonces. Finalmente, debido a un desenlace no tan inesperado, Egbert decide vivir como/con aquellos que conoció en el Hospital Obrero después de ir, paulatinamente, acabando con su "envidiable" vida de burgués irredento.

No es precisamente la originalidad la principal virtud de esta obra lineal narrada en tercera persona de una manera por demás omnisciente. Quizás los momentos más conmovedores de la obra sean aquellos en que el personaje se deja cautivar tanto por la extraordinaria fortaleza y personalidad de Amaya (frente al gobernador de Morelos, por ejemplo) como por su inexplicable cobardía (ante la presencia policiaca). O bien, cuando Ashby se da cuenta de la futilidad de su vida bajo los argumentos y peroratas de aquélla. Fuera de estos pasajes, los diálogos, más bien simples, y la prosa poco descriptiva de Poniatowska en cuanto a personajes y escenarios contribuyen muy poco a que uno se emocione con su lectura.

En términos generales, el comportamiento de Ashby Egbert no es muy creíble, en particular al final cuando decide abandonar su vida solitaria para ir a hacer vida común con los pobres. Parece mucho más coherente el comportamiento de Nora Escandón, la esposa, que le pide que se vaya y la deje sola con sus hijos y su casa, pues aquél ya no hace vida familiar con ellos. Previamente lo había "atrapado" explotando sus mutuas inclinaciones por las letras. Nora abandona esta afición por la literatura por una vida social muy intensa y, posteriormente, por el cultivo de las tertulias sabatinas de su esposo, en las que se desenvolvía como anfitriona. Al final, una vez liberada de todas estas opresiones, Ashby incluido, es ella la que termina publicando un libro.

Definitivamente, no es ésta la mejor obra de Elena Poniatowska. Uno espera mucho más de ella, incluso dentro de este género que no es el que más naturalmente se le da.

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